Atención Selectiva y Cerebro. Cómo la Dopamina y las Ondas Gamma Moldean Nuestra Concentración y Bienestar
- sara burneo
- 2 sept
- 3 Min. de lectura

¿Qué es la atención y cómo funciona en nuestro cerebro?
Cuando hablamos de atención, solemos pensar en la capacidad de concentrarnos en algo en particular. En realidad, se trata de un proceso cognitivo fundamental que nos permite decidir a qué estímulos del entorno prestamos atención y cuáles ignoramos.
Esta elección no es aleatoria se encuentra profundamente influenciada por nuestras experiencias pasadas y emociones actuales. Aquello que tiene un valor personal o emocional para nosotros, tiende a captar más fácilmente nuestra atención.
Aquí entran en juego los neurotransmisores, especialmente la dopamina. Este químico cerebral está directamente relacionado con la motivación y la recompensa. Cuando un estímulo nos resulta placentero o relevante, la dopamina se libera en áreas como el estriado (aquella parte del cerebro que forma parte de los ganglios basales. Su función principal es recibir información de la corteza cerebral y ayudar a controlar movimiento, motivación y recompensa.) y la corteza prefrontal, reforzando nuestra tendencia a seguir enfocándonos en él.
Nuestro cerebro “resalta” aquello que considera importante en el momento, dándole un procesamiento preferencial frente a todo lo demás. En otras palabras, filtra el ruido y potencia las características del estímulo que resultan más relevantes para nosotros.
Así entendemos mejor por qué algo nos engancha no solo por la dopamina y su papel en el circuito de recompensa, sino también porque nuestro cerebro prioriza activamente la información significativa y deja en segundo plano lo que no lo es. Esto explica por qué el aprendizaje está tan vinculado a la motivación y a la recompensa anticipada: cuanto más importante o atractivo percibimos un estímulo, más fácil resulta mantener la atención y recordarlo.
El ritmo eléctrico del cerebro: cómo acompaña nuestra atención Las famosas ondas Gamma el ritmo de la atención y la lucidez.
Las ondas gamma son las ondas cerebrales más rápidas registradas en los humanos. Aparecen cuando el cerebro está altamente activo, concentrado y en pleno procesamiento consciente. Por eso, suelen asociarse con estados de atención, concentración intensa y claridad mental.
Su papel es clave las ondas gamma ayudan a sincronizar diferentes áreas del cerebro, de manera que la información pueda integrarse de forma más eficiente. Esto significa que logran unir “piezas dispersas” de información como imágenes, sonidos o recuerdos para darles un sentido coherente.
En este contexto, la atención selectiva juega un papel fundamental. Este mecanismo nos permite filtrar la información relevante del momento, destacando ciertos estímulos y dejando en segundo plano lo que no importa.
Un ejemplo claro ocurre en la percepción auditiva cuando decidimos enfocarnos en una característica sonora (como la voz de alguien en medio de una multitud), la atención selectiva modifica de manera rápida la sintonización neuronal en la corteza auditiva, mejorando nuestras respuestas corticales a ese estímulo. En otras palabras, las neuronas se “ajustan” para amplificar lo que hemos decidido escuchar.
Así, la atención selectiva no solo resalta lo importante, sino que también induce cambios rápidos en la actividad neuronal, ajustando la preferencia de las neuronas para procesar mejor las características relevantes del estímulo, ya sea visual o auditivo.
En conjunto, las ondas gamma y la atención selectiva trabajan como un sistema integrado: mientras las gamma mantienen la lucidez y conectan distintas áreas cerebrales, la atención selectiva dirige esa energía hacia lo que realmente importa en cada instante.
Hasta ahora hemos visto cómo la atención selectiva y las ondas gamma trabajan en conjunto para filtrar lo importante, amplificar estímulos relevantes y mantenernos concentrados y lúcidos. Pero antes de que estas ondas y procesos corticales entren en acción, existe un primer filtro clave en el cerebro.
La red mesencefálica.
Esta red, que incluye el colículo superior y áreas asociadas, funciona como un radar que detecta y selecciona los estímulos más relevantes del entorno. Su labor es fundamental, porque decide a qué prestarle atención y qué dejar pasar, sentando la base de la atención selectiva. Una vez que algo es marcado como importante, la corteza cerebral, junto con las ondas gamma, integra la información, refuerza el foco atencional y nos permite concentrarnos en lo esencial, ignorando distracciones y respondiendo de manera rápida y efectiva.
La atención no es solo la capacidad de concentrarnos, es un proceso complejo que combina filtros cerebrales, actividad eléctrica y química cerebral.
La red mesencefálica selecciona los estímulos importantes, las ondas gamma sincronizan las neuronas para integrarlos, y la dopamina refuerza nuestra motivación y enfoque, especialmente hacia aquello que nos resulta gratificante o significativo. Todo esto ocurre de manera constante en nuestra vida cotidiana, moldeando cómo percibimos, aprendemos y respondemos al mundo. Comprender estos mecanismos nos permite entrenar nuestra mente, dirigir mejor nuestra atención y potenciar nuestro bienestar emocional, convirtiendo nuestro cerebro en un aliado activo para enfrentar el día a día de manera más consciente y efectiva.







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